PRÓLOGO
A menudo he pensado al leer uno, que el prólogo de una buena novela es el aperitivo no pedido de un comensal que ha elegido otros platos y que, por tanto, como lector uno tiene el derecho de repudiarlo porque, a fin de cuentas, quiere comer otras cosas. Ese complejo me acompaña cuando escribo estas líneas, lacónicas e insustanciales, menos importantes, como lo es la sombra que acompaña al cuerpo. Y con este prejuicio, pero cargado de buenas intenciones, pretendo acercar esta novela al lector seguro, eso sí, de que le conviene leerla, lo que ya me adelanto a decir.
La literatura puede cambiar al mundo, y eso parece saberlo Benet en esta obra, poniendo delante de nuestros ojos una historia real de situaciones y sentimientos en un cóctel de proporciones equilibradas. Algo que nos hace pensar y sentir, tal vez para que entendamos las relaciones humanas de otra manera (y así intentemos cambiar el mundo, como decíamos antes).
Laura, su protagonista, es una persona como cualquier otra que nos cruzamos por la calle, o que vive en nuestro portal, o que conocimos un día y cuya vida repasamos ociosamente un día de lluvia en nuestra casa con amigos o familiares para pasar el tiempo. Pero Laura también somos nosotros y, por eso, conociéndola en la intriga inherente a esta obra, nos interesamos. Nos inmiscuimos. Le daríamos consejos, porque en estas páginas vamos a vivir en sus zapatos, vamos a experimentar sus vicisitudes, que en el imán de sus renglones serán nuestras también. Y de esa forma, mediante la simulación de la vida que es la buena literatura, aprenderemos a vivir y a sortear los embates del azar al que, como dijo Boris Vian, estamos condenados.
Sigamos pues el rastro de estas miguitas, canción de letra sencilla, pero de potente música. Como la vida de las personas, aparentemente simple, pero llena de dilemas y contratiempos, obstáculos tan insalvables como a fin de cuentas uno quiera que sean.
Sin duda leeremos este libro a gran velocidad, porque está bien escrito, porque la historia nos interesa y, quizás, porque de una manera absurda pensemos que con la lectura continua de esta historia también ayudamos a Laura sabiendo lo que le pasa (y nos ayudamos a nosotros mismos).
Y me viene a la mente esta frase de Albert Camus, “toda la desgracia de los hombres proviene de la esperanza”.
Mentira. Una gran mentira.
¿A que sí, Laura?
¿A que sí, Benet?
Juan Ignacio Ferrándiz Avellano, julio 2023